Pero la vida cambia y te sorprende. Y te descubres a ti misma con esta sensación de decepción, de frustración, de tristeza. ¿Dónde queda la autenticidad de las personas? ¿Dónde quedan sus sueños, sus ilusiones? ¿De verdad la sociedad consigue convertirnos en personas tan hipócritas y conformistas? Liberal, idealista, romántica, soñadora… yo soy así, no quiero cambiar eso. Nos vence la hipocresía, la cobardía… en resumen: la realidad pura y dura, que arrasa, que hace destruir nuestros propósitos, obligándonos a aceptarla. ¿Y nuestra fe en cambiar el mundo? ¿Y nuestro espíritu rebelde?
Giro radical en mi vida, me convierto en lo que nunca he querido ser… ¿es posible eso? Pero al final es verdad, terminas convirtiéndote en lo que tanto has odiado. Viva la hipocresía señores. Y con todo esto, ¿dónde está mi optimismo? No me reconozco.
Pero... ¿y esta sensación? Cuando te conviertes en lo que tanto criticas, en la típica persona egoísta, preocupada de sus mierdas y ves a las personas, y realmente abres los ojos dándote cuenta de lo que puedes esperar del mundo… en fin, ni caso. Todos locos. Que los locos, por lo menos… son felices
Felicidad… extraña palabra. No os compliquéis la vida. Simplemente intentar sed felices… y sobre todo, intentar hacer felices a los demás, eso es lo más bonito de este jodido mundo