Qué difícil es hablar de todo esto. Pero me parece que aún es más difícil quedármelo para mí sola. Supongo que por eso lo hago, por eso de que el dolor se hace más tangible a través de las palabras, aunque no estoy muy segura de lo cierta que es esa frase. Siempre me he preguntado en qué momento había empezado a quererte. Supongo que fue cuando me di cuenta que habia que tener muy claro la diferencia entre sexo y amor, cuando me di cuenta de que yo no habia sabido diferenciar y cuando me di cuenta de que no me mirabas de la misma forma que te miraba yo a ti. Me olvidé de la ternura, del sexo, de tu lengua, tus maravillosos ojos marrones, tus manos acariciandome. De repente pensé en aquella tortura que sale en tantas novelas. Esa en la que ataban las extremidades de una persona a cuatro caballos y los empujaban en direcciones diferentes. Pues así es cómo me sentí. Así es cómo me siento. Te quiero con esa clase de amor que muchas adolescentes rezan por sentir y que yo rezo por no volver a sentir nunca más.
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