Un verdadero festín... Rabia, Celos, Amargura, Cansancio, Esperanza, Lujuria, Amor.




lunes, 13 de junio de 2011

Os voy a contar una historia.



Yo una vez me enamoré.
Me enamoré tanto tanto tanto que las canciones de amor se quedaban cortas.
Me enamoré tanto tanto que no había fuerza en el mundo que pudiera hacer que me desenamorara.
Todo el mundo se enamora. Y yo, yo me enamoré de ti.
Me enamoré de tus tonterías. Me enamoré de tus detalles. Me enamoré del mes de octubre.
Me enamoré de nuestras noches infinitas de invierno. De tu magia. De tu encanto.
Me enamoré de tantas cosas que nunca conseguiré acordarme de todas. Me enamoré de tus manos.
De tus labios. De nuestros planes de futuro. Me enamoré de cada día veintiocho.
Si en ese momento, en el que hasta la canción más bonita del mundo no podía compararse con nuestros besos,
si en ese preciso instante no lo hubiéramos echado todo a perder.
Supongo que todo hubiera sido distinto. Pero debemos entender, que el amor, como todo, termina.
Unos dicen que el amor es para siempre. Y yo no dudaría en decirte ahora mismo que te quiero.
Porque te quiero y te voy a querer siempre. Pero los besos ya no fueron iguales desde aquella vez.
Y yo me enamoré de los pros y de los contras. Me enamoré de todo.
Hasta que al final, me dolió tanto que nunca más volvería a enamorarme. Recuerdo todo lo mágico que fue.
Cuando me mirabas a los ojos y me decías cuánto me querías y que siempre estaríamos juntos.
Nuestras vidas han dado como mil vueltas. Y ahora desde aquí, recuerdo la parte bonita de nuestro amor.
Que el mundo ya tiene bastante como para recordar también la parte fea de la historia.
En la que te vuelves egoísta. En la que tu me olvidas primero. Luego yo te quiero.
Luego ya no sientes mis besos y vuelves a planear tu mundo quitando la palabra amor.


No hay comentarios: